La verdadera historia de Domingo Defrío y su prima Vera - Silvia Schujer

   
Domingo Defrío (alias Chucho) nació un frío domingo de invierno.
   Su padre, Máximo Segundo Defrío, no dudó un instante al bautizar a su hijo. Al contrario: tal como lo habían hecho con él, que nació en el segundo más helado de un año, creyó oportuno respetar la ley familiar.
   La vida de Chuchito arrancó en pleno invierno y como si esto hubiera sido una mala señal (lo fue) el pobre pasó gran parte de su existencia sufriendo el frío.
   Ya de bebé tuvieron que ponerle pañales de lana y debieron taparlo con dieciocho frazadas para que la cuna no le resultara un frízer.
   Cuando empezó la escuela hubo que prepararle una campera especial  rellena con plumas de ganso. Asimismo, una bufanda de varios metros de largo que, al enroscarse desde su cuello hacia abajo, le permitiera salir temprano por las mañanas y caminar sin ponerse violeta.
   De más está decir que jamás se le exigió que formara fila con sus compañeros y que, en poco tiempo, bufanda y campera fueron reemplazados por un traje calefaccionado de astronauta con escafandra y todo.
   Preocupada por el destino de su hijo, Elsa Nitos -madre de Chucho- decidió buscar alguna solución.
   Primero llamó a los médicos que, según sus antecedentes, pudieran conocer el remedio para el mal de Chucho: los docentes Julio Frías y doña Nieves E. Ternas.
   Cuando comprobó que ninguno podría ayudarla, recurrió a sí misma y a su familia.
   Explicó a Chucho que su apellido no solo era Defrío, tenía una tal prima Vera, seguramente de su misma edad.
   Fue recordar todo eso para que la vida de Chucho diera un vuelco definitivo.
   Se contactó con su prima Vera y gracias a ella se recuperó. Vera le presentó a su amiga Carla K. Lores, con la que Chucho se casó y dejó de tener frío para siempre. 
   La primera hija de Carola y Chucho nació el día de otoño más gris del año, pero antes de ponerle un nombre lo pensaron muy bien. Griselda, no. La chica se llama Francisca Enriqueta y todos tan contentos.



Silvia Schujer.

Extraído del libro "El magnífico Felipe G. Rey y otras vidas ilustres"
Editorial Sudamericana



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